jueves, 19 de agosto de 2010

Clara

Clara le pegó un grito a la nada, a la lluvia, a la oscuridad. La casa está habitada, demasiado habitada. En las esquinas, debajo de la cama y en el cuarto de baño, hay polvo que le es ajeno. Largos los días mueren sin empezar, la sucesión de las horas no son más que eso. El portón chilla o ruge -depende del ánimo- unas cuantas veces al día, ninguna trae novedades.
El baño rápido y necesario es un aviso de cosas por hacer, a veces tantas...
Clara le llama el momento del resumen, junta los haberes y los deberes y saca cuentas, siempre pierde, eso es la vida. Perder. Ceder. Convivir. Clara piensa que siempre va estar ahí, que tiene que estar siempre ahí. Las lecturas le sugieren que le llame resistencia, ella se sugiere que fue demasiado. Una mañana de verano con brisa, de esas que resultan insolentemente inspiradoras, se convenció de la palabra decisiones, esa que siempre rasga cuando se pronuncia, y rompe cuando se ejecuta.
Clara cambió de dirección, de número de teléfono y según creyó ella, de destino.

2 comentarios:

raaul dijo...

Las lecturas le sugieren que le llame resistencia, ella se sugiere que fue demasiado.

Bárbaro!

C.A. Fallas dijo...

:)