martes, 9 de febrero de 2010

Miedo al pueblo.


Después de tanto que se me ha revuelto la panza, como buen demócrata he terminado por aceptar los resultados de una elección más en el país. Sin pena ni gloria, pasé por las urnas y creí, de manera acaso ingenua, que el PAC tenía alguna posibilidad de llegar a competir por la primera magistratura. Quisiera despotricar contra el aparato mediático, la desinformación sistemática, la estupidez de Sobrado, o el manejo de los recursos públicos con fines electoreros. Pero en arreglo a la verdad, nada de eso me satisface, hoy me parecen argumentos sino triviales, calenturientos, que no por eso menos ciertos, pero si menos conclusivos.
Los datos son contundentes, Costa Rica gira a la derecha de manera clara. Los más afectados por las decisiones de los últimos gobiernos, son los que no dudan en apoyarlos una vez más, como dice Solís, siendo el PAC quién más habló de proteger el agro, los cantones agrícolas apoyaron el proyecto continuísta, o la pirotecnia de charlatanería de Guevara y su séquito de ineptos. Es común en países con extrema pobreza como Perú y Guatemala, que las masas empobrecidas voten la ultraderecha, producto suponíamos del analfabetismo y la pestilencia populista y demagógica que logra arrastrar a los votantes a las urnas. Sorpresa, los resultados de esta elección nos confirman que la educación tampoco nos hace inmunes a la estupidez y la inconsciencia.
Las cosas más interesantes le esperan al destino de este país, un cuenta chistes, que en mi humilde opinión lo hace bien, digo, lo de los chistes, logra levantar a un partido de la sepultura en donde lo enterró la corrupción. Hoy cuentan con una flamante fracción legislativa para ayudar a decidir el rumbo de este hermoso país. El más malo, como certeramente lo dijo mi estimado Fishman, logra levantar un partido sin estructura hasta un 20% de los votos emitidos, y logra también diez hermosas curules, que van a engalanar con sus impecables traseros durante cuatro años.
Es entonces que me doy cuenta, que lo que falta es política. El descontento que siento ahora es similar al de hace ocho, cuatro, dos años, y la solución fue el desencanto, la apatía, las patadas, los insultos en metralla. Hoy creo que el camino es otro, para combatir fenómenos como que un partido sin campaña, sin ideas, y prácticamente sin partido como el PASE lograra aumentar sus diputados a cuatro, y un partido, con ideas con ganas de trabajar y sacar el país adelante como el Frente Amplio se quedara en uno (por el que voté), lo que tenemos que hacer es política. Partidarios o no, hay que tomar posición, siguiendo más o menos al Pelele (comunicación personal) y no esperarse quince días antes de las elecciones para gritarle al mundo las decisiones políticas, como le ha acontecido al que escribe y a buena parte de conocidos.
En conclusión, las cartas están echadas, la oposición somos un puño que sabemos a qué y porqué nos oponemos, y creo también cómo. El oficialismo es una masa que no lo sabe, y que posiblemente si lo supiera también se opondría. La lucha es perder el miedo al pueblo para que se oponga.