jueves, 11 de abril de 2013
Juan Santamaría y las concesiones.
En estos últimos días y al calor de las manifestaciones convocadas para hoy, me ha llamado la atención como se utilizan las representaciones tradicionales de la patria, en este caso Juan Santamaría y el resto de personajes presentes en los eventos de 1856-1857 en alusión directa a miembros de la política actual, “sus aliados” y sus diferentes actuaciones. Esencializaciones en torno a la figura valiente y sobre todo costarricense de Juan Santamaría siguen permeando la forma en que nos acercamos a los fenómenos políticos actuales. Los malvados de la película serían los filibusteros, y en torno a esta idea –a todas luces ahistórica y anacrónica- se les relaciona con los esbirros del poder. Recuerdo, por pura afición a la polémica, que tales figurones corresponden a las invenciones de la más rancia oligarquía liberal costarricense, quienes en su afán por homogeneizar a aquel pueblo, todavía de indios, buscaron elementos que permitieran la tan anhelada cohesión social que llevaran a la movilización en torno a unos valores nacionales que identificaran al pueblo con el estado. Pareciese que aquellos notables liberales llevaron de manera exitosa su misión, difundiendo esta ideología a través de una de las herramientas más efectivas para este fin: la escuela. (Gramsci)
Así las cosas, hoy acudimos a la celebración de nuestros más puros valores patrios, revestidos de progresismo y rebeldía, no ha de faltar quién señale que Juan Santamaría comulgaba con las ideas ludditas de los tiempos de la revolución industrial, y de ahí sus tendencias al sabotaje. O que William Walker es ancestro de los empresarios concesionarios o de los políticos concesionadores. Con esto lo único que quiero subrayar es la imposibilidad ontológica de imaginar luchas sociales fuera de las coordenadas nacionales, lo que conllevaría desde mi opinión, a una fatal imposibilidad sociológica de dotar a las luchas sociales de un sentido autónomo y verdaderamente revolucionario. Si la imaginación para soñar otros futuros no supera las enseñanzas de “la niña”, el mostacho pintado de betún y los bailes típicos, flaco favor le estaremos haciendo a ese futuro.
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1 comentario:
Pues si. De acuerdísimo en todo (pucha, recuerdo que a mí siempre me ponían de Juan Santamaría, jajaja)
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