Los datos: el pasado colonial es ese espacio histórico en el que se empezaron a cocinar la mayor parte de nuestras filias y fobias seleccionadas cuidadosamente por los regímenes liberales de finales del siglo XIX, para dar como resultado naciones homogéneas. La población de origen africano llegó desde que llegaron los primeros españoles, se quedaron y luego muchos más fueron traídos en condición de esclavitud a trabajar de manera forzada. Junto a estos, otros tantos en condición de libres se sumaron al contingente afrodescendiente. Clasificados como mulatos o pardos la mayoría, otros cayeron bajo la etiqueta de cuarterones, quinterones o zambos, términos todos que hacen referencia al mismo punto: la herencia africana. Pero las personas no son inmóviles y las relaciones con mestizos, españoles e indios estuvieron a la orden del día, "produciendo" según el gusto del etiquetador, mulatos o mestizos.
El afán por la etiqueta se explica en que la adscripción racial funcionó como un mecanismo de exlusión social, de ahí la importancia de enfatizar en la más desdichada de todas: tener un antepasado africano.
Más datos: Las independencias traen el final de las categorías raciales, y el discurso del fines del siglo XIX tomaría dos caminos más o menos claros, en el caso de nuestra Costa Rica, obviar la existencia de esta población, localizar a los indígenas en las montañas, y declarar por decreto a nuestra población blanca y trabajadora, sin las taras que las mezclas acarrean. En el caso de otros países centroamericanos el "mestizo" sería el resultado, pero un mestizo sin pasado, sólo con presente, formando una masa homogénea fácil de gobernar y orgullosa de sus logros militares, en donde los elementos africanos e indígenas fueron fácilmente olvidados.
El olvido y el silencio: así, olvidando y silenciando conformamos un cuerpo social dócil y afable en donde la homogeneidad es la norma, la diferencia la excepción. De ahí entonces que cuando nos hablan de población negra, la ubicamos automáticamente en el Caribe. Población extranjera y mal venida al país, anglo parlante y protestante.
Romper el silencio. ¿Cuál es el sentido de recordar que en nosotr@s se funden las tres raíces, como diría Beltrán? Asumir que la diferencia no nos es extraña, todo lo contrario, siempre ha estado ahí. Dejar la manía colonial por la etiqueta y la exclusión. Aceptarnos tal cual, sin pretensiones de homogeneidad. Acercarnos a exilar la discriminación, por cualquier motivo.
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