martes, 19 de enero de 2010

Estados Unidos invade el país más pobre de América.


Para nadie queda duda que el terremoto en un Haití fue, y es, una catástrofe de mayúsculas dimensiones, debido no sólo a la magnitud del evento, sino al contexto social, político y económico que atravesaba la isla, el cual ya se había visto sumamente deteriorado por los cuatro huracanes que le azotaron en la anterior temporada de huracanes, por decir lo menos.
Frente a la tragedia, la comunidad internacional no se ha hecho de rogar, y por lo menos 30 países han enviado de una u otra forma efectivos a colaborar en labores de búsqueda y rescate, en repartición de alimentos y apoyo a las víctimas. Del resto del mundo el dinero es depositado en innumerables cuentas con el fin de aliviar tanta desesperación. Sin embargo, esta situación no es en absoluto novedosa en la isla, la que prácticamente no podría sobrevivir (si es que lo hace) sin la cooperación internacional, prueba de esto es que las principales agencias dedicadas a estas labores, perdieron parte de sus funcionarios en el desastre.
Ante la apremiante situación hay actores llamados a desempeñar una labor de primera importancia en el auxilio a la población afectada, en este caso, sin duda alguna, los Estados Unidos se destacan con su presencia. Al menos diez mil efectivos militares desembarcaron en la isla, entre los que se cuenta con personal calificado, tanto en las labores de rescate, como médicas, técnicas y de seguridad. Despliegue que vedría a apoyar a la ya importante presencia de cascos azules que se establecieron en Haití desde 2004, cuyo emplazamiento garantiza la paz y el orden, que el estado haitiano, por su invisibilidad, se veía y se ve, imposibilitado de realizar.
Ahora bien, este desarrollo de los acontedimientos ha despertado la intriga de, digamos, cierta izquierda preocupada por el Imperialismo Yanqui, en donde se destaca que la forma de llevar acabo el desempeño logístico de parte del Imperio, consiste en crear un caos, limitando el acceso a la comida para las vícitmas, y de esta manera justificar la presencia indefinida en la Isla, es decir llevar, a cabo una intervención militar. Lo que se vería sustentado por un montaje mediático de parte de las cadenas de noticias en donde se primaría la violencia que se desata en las calles. Cosa que no he podido constatar. En todo caso la violencia que se desata en medio del hambre y la desesperación es usual en este tipo de situaciones, de ahí que las misiones humanitarias de la ONU estén acompañadas generalmente por la presencia militar de los cascos azules, quienes velan por la integridad física del personal, y de las mismas vícitimas.
Es evidente que la situación haitiana es precaria en todos las dimensiones, así lo atestigua el puesto 146 que ocupa en el Índice de Desarrollo Humano que realiza la ONU entre 170 y tantos países. Esto sugiere, con algo de perspectiva, que Haití NO posee recursos que tienten a los tentáculos de ninguna potencia mundial, no cuenta con las reservas de minerales raros que campean en algunos países africanos, con los que el Estado haitiano (si es que existe) comparte los últimos lugares del IDH, y en donde sí, los intereses transnacionales han dejado profundamente su impronta.
Ante esto surge la pregunta, (o al menos a quién escribe este texto): ¿Adonde está el móvil que llevaría a los Estados Unidos a la ocupación militar de Haití?. Uno podría ser, evitar un éxodo de haitianos hacia la potencia del norte. Escenario posible, pero poco verificable.
En conclusión, la situación haitiana ya era insostenible desde antes, y cuándo digo desde antes, podría argumentar que desde la ocupación francesa que terminó en 1804, y que gracias al cultivo intensivo de la caña de azúcar, causó un desastre ecológico sin parangón. Pero esto podría ser una exageración, si se quiere. Lo que es cierto es que la vida ahí es desesperante, entre la basura y la desidia estatal, cuesta que las esperanzas florezcan, sin embargo hay quiénes aún las albergan, y está muy bien. Lo cierto del caso es que la presencia, acaso apabullante de los Estados Unidos, ha levantado roncha en la exmetrópoli, siendo el presidente francés el primer ofendido por la ocupación estadounidense del aeropuerto internacional de Puerto Príncipe, seguido de Brasil, quién preside la misión de la ONU en la isla, y algunos otros países de la Unión Europea, sin que falte, evidentemente Hugo Chávez, quién ha denunciado la "ocupación encubierta" llevada a cabo por Washington.
A todo esto, mientras los haitianos mueren de hambre, o desangrados, o de dolor o tristeza, mientras la ayuda no llega. Hay quienes tienen tiempo de elaborar complejas teorías de la conspiración, en donde sólo les falta decir, que los gringos provocaron el terremoto, para llevar a cabo la ocupación.

La imagen es tomada de reuters.com